¿Por qué siempre tengo hambre?

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El hambre es la respuesta de nuestro cuerpo frente a una necesidad fisiológica que ocurre cuando el cuerpo manda señales al cerebro de que necesita alimento. Hay muchos factores que pueden detonar hambre, incluso cuando comemos, los más comunes son:

1. Dietas bajas en proteína. Los alimentos ricos en proteína como huevo, pescado, carnes y leguminosas, tienen propiedades reductoras del apetito ya que favorece la producción de la hormona encargada de provocar saciedad.

Un dato: Las dietas que aportan el 25% de proteína, reducen hasta en 50% el deseo de comer.

2. Falta de sueño. Dormir menos de 6 horas puede alterar las hormonas que controlan el hambre, por tanto, las personas que no descansan lo suficiente, les resulta más difícil sentirse satisfechas.

3. Deshidratación. Confundir hambre con sed es más común de lo que se cree. Debido al papel que juega el agua para mantener la saciedad, es común sentir hambre cuando no se está bien hidratado.

4. Miedo a comer grasa. Este importante nutrimento desacelera la digestión lo que distrae el hambre por un muy buen rato. Por otro lado, las dietas bajas en grasa suelen favorecer los antojos ricos en azúcares y carbohidratos refinados.

5. Dietas líquidas. Los alimentos líquidos provocan menos plenitud que los alimentos sólidos. Masticar y comer lentamente es indispensable para que el cerebro registre saciedad.

Un dato: El cerebro tarda aproximadamente 20 minutos en registrar saciedad.

6. Dietas bajas en fibra. Además de que dan volumen a la dieta, una ingesta alta en fibra influye en la liberación de hormonas reductoras del apetito y la producción de ácidos grasos de cadena corta, que han demostrado promover la saciedad.

7. Estrés. Al estar ansioso o tenso, el cuerpo libera cortisol, hormona que -además de favorecer la acumulación de grasa abdominal- amplifica la sensación de hambre. Por otro lado, al igual que en la falta de sueño, las personas estresadas suelen tener antojos por azúcares simples.

8. Exceso de bebidas “light”. Las bebidas “light” no tienen azúcar y suelen confundir las señales que el cerebro recibe cuando se consumen bebidas azucaradas. Este desentendimiento puede provocar que se encienda el “interruptor del hambre”.

9. Ejercicio en exceso. Ejercitarse de más o a una intensidad más alta puede aumentar el requerimiento diario de calorías, por tanto es necesario ajustar la dieta -en calidad y cantidad- al desgaste físico.

10. Dietas altas en alimentos ultraprocesados. Sopas de vasito, botanas empaquetadas y bollería industrializada, son alimentos que carecen de fibra y proteína, además, no nutren, desestabilizan los niveles de glucosa en sangre y promueven hambre al poco tiempo.

Ojo, es importante saber diferenciar entre hambre y apetito pues no significan lo mismo. La primera es una necesidad vital mientras que el apetito es el deseo de comer por placer. Muchas veces, solemos tener apetito sin tener hambre.

No solo se trata de evaluar lo qué comes sino cómo lo comes. Si eres de los que a menudo siente “hambre”, evalúa la calidad de la dieta y el estilo de vida para determinar qué es lo que origina esa falta de saciedad.

 

Este texto lo escribí para Menú de El Universal.