Estrés y salud digestiva
El estrés crónico es un factor interconectado con la obesidad, la ansiedad y la depresión.
El famoso dicho “se me retorció el estómago” cuando hacemos un coraje, tiene su razón de ser. Las emociones y la salud digestiva están íntimamente interconectadas a través de lo que se conoce como el "eje intestino cerebro". El intestino responde directamente a las señales del cerebro y a los niveles de estrés debido a la extensa red de neuronas que se ubican en las paredes del tracto gastrointestinal conocido como sistema nervioso entérico.
Sabías que… En el intestino se albergan alrededor de 150 millones de células nerviosas que se ocupan -principalmente- de la motilidad intestinal y la secreción de moco. Estas células cuentan con los mismos neurotransmisores que el cerebro.
¿Cómo afecta el estrés al sistema digestivo?
Las manifestaciones digestivas más comunes relacionadas al estrés son: Dolor abdominal, hinchazón, gases, eructos, náuseas, acidez, diarrea y estreñimiento. Sin embargo, el estrés crónico puede provocar:
Alteración de la motilidad intestinal: Acelerar o ralentizar la digestión, causando diarrea o estreñimiento.
Síndrome del intestino irritable: Esta afección se caracteriza por dolor abdominal, hinchazón, gases, diarrea y/o estreñimiento.
Acidez estomacal y reflujo gastroesofágico: Incremento en la producción de ácido estomacal y relajación del esfínter esofágico, causando acidez y reflujo.
Gastritis: Inflamación del revestimiento estomacal, causando dolor abdominal y náuseas.
Mayor susceptibilidad a infecciones: El cortisol puede debilitar el sistema inmune, haciendo al organismo más propenso a infecciones.
Exacerbación de intolerancias alimentarias: Principalmente en alimentos como lácteos, gluten y frutas con alto contenido de carbohidratos fermentables (FODMAP).
Disbiosis: Desequilibrio de la microbiota intestinal promoviendo el crecimiento de bacterias dañinas, hongos y parásitos en el intestino.
Menos producción de saliva y enzimas digestivas: Puede disminuir la producción de saliva, que ayuda en la digestión y tiene propiedades antibacterianas, y también afectar la producción de enzimas digestivas.
Manejo integral del estrés para mejorar la salud digestiva
Practicar técnicas de relajación como meditación, yoga, tai chi, mindfulness y masajes.
Realizar actividad física de forma regular. El ejercicio físico ayuda a reducir los niveles de estrés, mejora el tránsito intestinal y equilibra la microbiota.
Descanso suficiente y calidad del sueño: Fundamental para la regeneración intestinal y neuronal.
Reconocer los desencadenantes del estrés y desarrollar habilidades para afrontarlos.
Buscar apoyo social, o en su caso, profesional. Si los síntomas persisten o son severos, es importante buscar un diagnóstico y tratamiento adecuados.
¿Qué hay de la dieta?
Procura mantener una alimentación rica en frutas, verduras, leguminosas, granos enteros, semillas y alimentos fermentados como yogur, kéfir, kimchi y derivados de soya fermentada.
Evita alimentos grasosos, picantes, harinas refinadas, ultraprocesados y los que se sabe que agravan los síntomas.
Come con calma, mastica bien los alimentos y evita comer en exceso o antes de ir a la cama.
Incluye alimentos ricos en magnesio (cacao, almendras, semillas de girasol, avena, frijoles), omega 3 (pescados grasos como las sardinas y chía) y vitamina B12 (todos los alimentos de origen animal).
Incluye infusiones de menta, jengibre y manzanilla. Ayudan a relajarnos y a reducir el estrés.
Hidrátate correctamente con agua natural. Evita jugos y otras bebidas azucaradas.