Mi dieta después de la cirugía

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Correr y comer son mis dos pasiones en la vida, desafortunadamente, no podré alimentarme como me gusta ni raspar los tenis por un muy buen rato a consecuencia de una cirugía de tobillo ocasionada por una lesión no atendida a tiempo (sí, esas que dejas pasar por necedad). Hoy, estoy inmovilizada y una de mis preocupaciones es la dieta, pues no pienso cambiar de talla durante mi recuperación.

Cabe mencionar que el plan de alimentación que voy a detallar está diseñado a MIS necesidades, NO ES UNA DIETA para personas que se hayan sometido a una cirugía, son consejos y recomendaciones dietéticas para personas saludables que necesitan estar en reposo.

Solo tres comidas al día

Si bien seguramente has escuchado que para “activar tu metabolismo” es necesario hacer muchas -pequeñas- comidas durante todo el día, en este caso, no aplica, además de que no hay evidencia significativa que demuestre que la frecuencia de comidas incida positiva o negativamente en el peso corporal.

Desayuno inteligente

La clave para evitar sentir hambre a cada rato está en hacer un desayuno rico en proteína. Algunas recomendaciones: huevo completo, yogurt natural sin azúcar añadida (me gusta el más básico de Alpura o Danone), salmón, atún, queso panela o canasto, requesón, jocoque, pollo sin piel, semillas y nueces.

La fibra y los antioxidantes son imprescindibles en este tiempo de comida, ¿dónde se encuentran? En verduras y frutas de temporada.

En cuanto a los cereales, los limito a no más de una porción (por tiempo de comida), prefiero incluir mi requerimiento de carbohidratos a través de verduras y frutas. Cereales recomendados: amaranto, quinoa, avena, derivados de maíz, papa, camote, tortillas de nopal, tortitas de arroz (esas que parecen de unicel) y pan de granos (me gusta el pan Ezequiel).

Consiente a tus bacterias

Entre antibióticos, relajantes, desinflamatorios y analgésicos, mis pobres bacterias intestinales deben estar muy enojadas, por tanto, es necesario incluir alimentos ricos en prebióticos como nopal, ajo, cebolla, y probióticos como lácteos fermentados, jocoque, kefir y yogurt para mantener una buena salud digestiva.

Mucha sopa

Un consejo que suelo dar a las personas que quieren perder peso sin pasar hambre, es incluir sopas y caldos a la hora de la comida y de la cena. Los líquidos, además de hidratar y mejorar la digestión, aumentan la saciedad, y resultan un gran, gran aliado cuando la ociosidad nos hace pensar todo el día en comida.

¿Qué tipo de sopas se valen? Caldos desgrasados, sopa de verdura, de fideo (con poca pasta), caldo de frijol, y -mis favoritas- “cremas” de verdura, estas -evidentemente- no llevan crema ácida, se trata de sopas con verdura cocida (champiñones, zanahoria, brócoli o espinaca) molida con caldo de pollo, un poco de leche descremada, cebolla, ajo y una pizca de sal.

La cena

Todo mundo le huye a este -necesario- tiempo de comida, incluso cuando estamos en movimiento pues se tiene la errónea idea de que nos hace engordar. Es recomendable limitar el consumo de cereales y aumentar el de alimentos que nos ayuden a conciliar el sueño como: huevo completo, queso, sardinas, atún, nueces, aguacate, pavo, pollo, lácteos y chocolate amargo (70% cacao).

Leer: Sugerencias de cenas ligeras

Para dormir como bebé, mi cena incluye una infusión de manzanilla con un chorrito de leche (de vaca).

A evitar

Creo que está de más mencionar que debemos mantenernos alejados de harinas refinadas como el -delicioso- pan dulce, las galletas y los postres, así como de bebidas azucaradas, refrescos dietéticos y alimentos ricos en sodio; estos últimos favorecen la retención de líquidos lo que promueve que no entres en tus jeans favoritos.

Por otro lado, ojo con la fibra, sí, entiendo que los jugos verdes están de moda, pero consumir fibra en exceso, además de que provoca el efecto contrario (estreñimiento), puede limitar la biodisponibilidad de los medicamentos que se administran por vía oral.

Cualquier dieta debe ser personalizada, prescrita y observada por un profesional de la salud, son muchos los factores a considerar para poder hacer recomendaciones “generales”, por tanto, aunque estés en una situación similar a la mía, antes de modificar hábitos o hacer cambios en la dieta consulta a tu médico.